"Una imagen que mueve. La Brea Matrix. Photobook Museum" de Markus Schaden

Para que se produzca la comunicación en fotografía, el supuesto básico es que la imagen generada por unas personas sea vista por otras. Según algunos autores, este tránsito es determinado por el discurso social dominante, el que nos lleva a reaccionar de distintas maneras frente a los símbolos presentes en las fotografías. Es la condición esencial: los humanos gracias a la cultura donde estamos inmersos leemos las fotografías y, debido a ello, estas causan efectos sobre nuestra comprensión del mundo en distintos niveles. En los fotolibros la secuencia de las imágenes, su puesta en página y decisiones de impresión contribuyen también a desarrollar narrativas que operan socialmente en ese ámbito. A través de sus páginas, se presentan a las audiencias distintas miradas sobre la sociedad y su cultura en un sentido amplio.

La pregunta que sigue es ¿cómo lograr que circulen estas narraciones con imágenes entre los potenciales lectores? Es una pregunta en la que están implícitas varias ideas: que la cantidad de lectores importa; que es necesario seducir a esta masa para transformarla en público; y finalmente, que hay que poner las imágenes al alcance de ese público, es decir, distribuirlas. Para estos objetivos, las estrategias del medio fotográfico acuden históricamente a diversos soportes, que son también expresión del desarrollo tecnológico en esta era de la reproducción fotomecánica. Entre ellas el fotolibro impreso ha destacado históricamente como vector de circulación.

En esta edición 2017 del encuentro En CMYK, actividad que el Centro de Fotografía desarrolla desde el año 2011, el foco está puesto en la circulación de los fotolibros. En el marco de este evento, en el Primer Piso de la Sede del CdF se puede ver La Brea Matrix, la exposición de las veintisiete maquetas de los proyectos preseleccionados en el último llamado a Ediciones del CdF en la categoría Fotolibros, y una muestra de editoriales especializadas.