Inara Ruglio. Tiempo Funky. Bacacay esq. Buenos Aires.
Daniel Sosa / CdF
©Daniel Sosa / CMDF
Contemporánea

 Me instalé a comienzos del año 2000, tenía esa idea de tener un espacio que exhibiera y comercializara diseño en Montevideo con diseñadores nuestros. Era un proyecto un poco ambicioso, porque también tenía ganas de poner libros, música, detalles, cosas insólitas. Tuve que pensar un espacio que aceptara todas esas cosas, y al mismo tiempo sirviera para vender porque de hecho tenía que funcionar. Pensé entonces en la Ciudad Vieja; no era un lugar para Pocitos, ni para otro lugar. Era para un lugar donde hubiera movimiento de extranjeros y movimiento de ese tipo. Me vine entonces para la calle Bacacay, a este local que estaba cerrado. Por suerte la gente que lo tenía fue condescendiente con nosotros y nos lo alquilaron.

No sabíamos qué era este lugar; sabíamos que había sido parte del hotel que sigue funcionando arriba. Luego nos enteramos de que estos locales - tanto el restaurante como la farmacia- habían sido la cafetería del hotel.

La peatonal estos últimos años ha evolucionado muchísimo. Ahora con la apertura del Teatro Solís y los locales nocturnos, donde la gente camina,

parece cualquier ciudad europea. Lo que tiene de lindo estar acá, es que la gente puede apreciar más que en otros lados lo que está a la venta.

El público es todo el que pase por la vidriera sin excepciones, mas allá de que comercialmente este dirigido a un público con la cabeza más abierta..

Yo hice unos años de ayudante de arquitecto en la U.T.U. y después trabajé muchos años como decoradora. Después comencé a diseñar lámparas. Estuve con eso muchísimo tiempo, trabajé mucho tiempo con artesanos, en el Mercado de Artesanos y participé de Hecho Acá un par de años. Ahí conocí a mucha gente que hacía otras cosas y traté de trabajar con ellos en la tarea que estaba desarrollando. Y bueno, con toda esta gente y la de la Escuela de Diseño, que empezó a recibir gente que era muy capaz, me di cuenta que no había ninguna tiendita que pudiera tener a todos reunidos. Eran objetos, elementos, que no encontraban espacio en la ciudad.

El nombre en realidad no tiene nada que ver con la música Funky o con el nombre Funky. Cuando se concretó tener la tienda yo estaba leyendo un libro que se llamaba Funky Busines, que era de dos noruegos que tienen una teoría de la economía un poco alternativa y hay un capitulo que se llama Tiempo Funky. Y como tenía todo que ver con lo que yo quería poner: jugársela, vivir de ese mercado, tratar que el nicho de mercado funcionara y que el público te respondiera y poder sobrevivir. No importaba más!

Abrimos con noventa proveedores. La gente va rotando, la que va vendiendo se va quedando. También los artículos van pasando y la gente se

va yendo. Hay más de cien personas involucradas, hay gente que trae diez artículos, como gente que trae un artículo.

 

Entrevista / enero de 2004.

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